Desde su elección como Papa en 1978, Juan Pablo II, que será
proclamado beato el 1º de mayo, visitó 26 países de América Latina, al que
consideró el "continente de la esperanza" y de donde se llevó
emocionantes recuerdos, según admitió en varias ocasiones.
El llamado "Papa viajero" efectuó en total 104
viajes pastorales a los cinco continentes. Una buena parte de ese programa extenuante correspondió a
sus peregrinaciones a América Latina, muchas veces en momentos críticos del
continente más católico del planeta.
Juan Pablo II, que falleció el 2 de abril del 2005, inició
su excepcional itinerario de Papa "trotamundos" en 1979, cuando
visitó República Dominicana, México y Bahamas del 25 de enero al 1 de febrero.
Ese fue, tal vez, el viaje que llevaría por siempre en el
recuerdo. Hacía apenas cuatro meses que ocupaba el trono de San Pedro cuando
decidió asistir a la reunión del CELAM (Consejo Episcopal Latinoamericano) que
se realizaba en México.
Los obispos latinoamericanos y el pontífice la recuerdan
como una visita de gran envergadura doctrinal. Pero en todos ellos quedó sobre
todo un recuerdo afectivo por ese contacto directo -tan poco común hasta
entonces- con la máxima autoridad de la Iglesia, inalcanzable a los ojos de
muchos.
Juan Pablo II estuvo además cinco veces en un mismo país,
México, cuatro en Brasil, y dos en Perú, Uruguay y Argentina.
En esas incursiones, siempre tuvo una palabra de aliento
para los indígenas y mineros explotados, para los campesinos perseguidos, para
los políticos maniatados ideológicamente y contra las dictaduras.
Con espíritu de pastor -pero desafiando las reglas de los
propios dictadores-, visitó algunos países en momentos críticos de su historia,
como la Argentina de los militares al borde de la guerra con Inglaterra por las
Malvinas (1982), la Guatemala del general Efraín Ríos Montt (1983), el Chile
del general Augusto Pinochet (1987) y el Paraguay del general Alfredo
Stroessner (1988).
Uno de los viajes mas polémicos en América Latina fue
precisamente el que realizó a América Central en 1983. En Guatemala, el régimen
militar del general Ríos Montt desoyó un expreso pedido de gracia formulado por
el pontífice para algunos condenados a muerte, cuya sentencia fue ejecutada
prácticamente cuando estaba llegando el Papa.
En Nicaragua, el jefe de la Iglesia católica no sólo
reprendió en directa televisiva mundial al entonces sacerdote y ministro
revolucionario, el poeta Ernesto Cardenal, por el cargo que ocupaba, sino que
fue víctima del boicoteo organizado por grupos de sandinistas durante una misa
que estaba celebrando.
No menos polémica fue la visita a Chile en 1987. No por el
viaje en sí mismo, sino porque Juan Pablo II se asomó al balcón del Palacio de
la Moneda -tristemente célebre porque fue donde murió el presidente socialista
Salvador Allende, derrocado por Pinochet-, aceptando que se lo fotografiara con
el dictador, hecho que fue interpretado casi como una anuencia a su gestión.
Con Pinochet y los dictadores argentinos había tenido que
ver algunos años antes, a partir de 1979, momento en el que se transformó en
mediador oficial entre los dos países que estuvieron a punto de ir a la guerra
por un diferendo limítrofe referido al Canal de Beagle (sur). La mediación,
realizada en la práctica por el cardenal Antonio Samoré, impidió el estallido
del conflicto.
Uno de sus viajes históricos fue el que realizó a Cuba en
1998, cumpliendo el sueño de visitar el último bastión del comunismo.
Uno de los mayores resultados de la gira papal a la isla
comunista fue la liberación de más de 200 disidentes internos, anunciada en
febrero, a menos de un mes de su visita pastoral.
Fuente: http://www.eluniversal.com/2011/01/14/int_esp_juan-pablo-ii-visito_14A4982611
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